Fue un diseñó de neruda. Hay un poema que lo confirma: Oda al albañil tranquilo. La vocación de constructor, ya aplicada con devoción en sus casas chilenas, tiene como uno de sus antecedentes el diseño del frontis de la casa de aráoz alfaro por la proximidad de la fiesta estival del pueblo.
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Margarita, tan bonita, como tú. Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer; La princesa era traviesa y la quiso ir a coger. La quería para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla y una pluma y una flor. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: Cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Acerca de A Margarita Debayle (Poema de Rubén Darío) 2011
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Esta es una versión editada, apreciamos este poema, 100 años despues aun vigente esta obra maestra de Darío, gracias por verlo y apreciar el arte de la literatura latinoamericana, saludos hispanoparlantes.
Es la historia de una joven princesa, que dejará su extraordinaria vida para seguir su propio sueño, un viaje lleno de esperanzas e ilusiones, para todas aquellas personas valientes que quieran seguir su propia estrella.
A Margarita Debayle, escrito en 1908 en la isla del Cardón, Nic.
(Por Rubén Darío, poeta nicaragüense padre del Modernismo)
Acá una muestra exquisita del “Verso Alejandrino” en Darío
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.
Un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti.
Cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: “¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?”
La princesa no mentía,
y así, dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.”
Y el rey clama: “¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar.”
Y dice ella: “No hubo intento:
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté.”
Y el papá dice enojado:
“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver.”
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el buen Jesús.
Y así dice: “En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí.”
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesa está bella,
pues ya tiene el prendedor,
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento
Ya que lejos de mí vas a estar
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.